Yo no, yo nunca, yo jamás


Yo no, yo nunca, yo jamás
Por: Mariana

Una sombra me atraviesa
y yo palpo mi espíritu para saber si soy cuerpo.
Renuncia a mí,
intento alcanzarla, anhelando ser materia, pero fracaso.

Sigo siendo espíritu,
navegante de evocaciones que nunca tuve.

Pretendo percibir el hálito mezquino, de la corriente fuerte de tu brisa sosegada,
respirar las esencias aromáticas de tu cuerpo,
secuestradas eternamente por la ausencia,
fragancia grabada en mi memoria, jamás percibida por mi olfato.

No he visto nunca la cima donde tu sombra se alargaba;
ni supiste la gama que el poder celestial me asignaría, en el traje que cubriría lo
que soy hoy.
Sigo desteñida por el tiempo de nunca estar.
No fuimos, no somos, ni seremos...

El pasado no existió, el presente no me acepta, mañana es futuro y sigo aquí.
Nunca me esperaste en la puerta amarilla sin cerrojos, que llevaba a la
inconsciencia.
No pudiste verme salir de un sitio donde no estuve y me quedé;
No delinee las facciones de tu rostro ilusorio, con mis besos,
Ni mis labios se abrieron a los tuyos, suaves, perversos y falaces, para
corresponderte;
No se aceleró mi corazón con la aproximación de tus pisadas en levitación,
No pude haber erizado tus pieles indias con mi blanco resplandor,
Es una alucinación que todo mi cuerpo respondiera al llamado de tu voz;
Nunca sentí miedo de perderte, porque el miedo nace en el cuerpo que no
poseíste.

Jamás emprendí la vida con fantasmas, que surgieron del descenso;
Fue un vestigio, la sensación de que me habían tomado de la mano;
Escapé de la memoria, que no tuvo, quien creyó que habitó en mi geografía.

Estas letras son un delirio:
Nadie sin sentir, escribe con la llamarada apagada de la nada.

No me prestan un cuerpo, para sobrevivirte;
No renace la culpa -que no tuve- de abandonar tu mirada brillante, al alba;

Ni me condena el dolor de la nada, que también eres;
No me dejarán nacer, para buscar en los astros la dirección de nuestra ilusoria
constelación.

No me despediré nuevamente del alma que perdí, con la luz apagada del día,
en un adiós que jamás pronunciaron mis labios.

4 comentarios:

Amores que no fueron, otros que sí, pero que de alguna forma nos dejan estelas que podemos describir o hacer estatuas blandas para suponer lo que pudo ser.

Gracias. Un abrazo.

Nos queda el sabor amargo por esos adioses perdidos en la nada, esos fantasmas de amores que se camuflaron con la niebla. Pero no es más que eso, un sabor amargo que con un dulce se nos vá.
Buena entrada Mariana. Te felicíto y te dejo un beso

Ibeth, Osvaldo, Gracias por los comentarios. Así es, pudo ser o no ser. Pudo ser amargo o ni siquiera saber que sabor tenia. Pudo ser tan real que no se quisiera recordar.

Un abrazo para ustedes!

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