Así, mi amor por ti


Así, mi amor por ti.
Por: Rob Cruzzó S.


Mi amor era limpio, sincero, casi infantil, alejado de la soberbia y las pretensiones. Tu cuerpo era escultural y
allanado por las envidias, por los deseos ajenos. Nunca fue mi prioridad tenerte como pieza de museo, como
cabeza de fiera en mi colección privada. Eras simplemente mi todo.

Llené mis ojos de ti, mis palabras con tus letras, mis escritos con tus “te quiero”, mi existencia con pequeños
fragmentos, con pequeñas migajas  de amor que solías aventar como viejos que regalan pan a las palomas.

Atizaste la hoguera para llegar cada noche, para tenerme a tus pies y quitarte el frío, ese que entre calle y
calle se va impregnando a la carne, a los pómulos, a la nariz, a las palmas de las manos, a los tobillos. Y yo
encantado cedía. Abrazaba, besaba, curaba, seguía como adepto, como fanático, como perro hambriento.
¡Nada más esperaba un poco de ti!

Tus alegrías para conmigo se ahuecaron, se acartonaron demasiado, cada vez había más excusas y menos
besos. Eras de todos menos mía. Aquí y allá te encontrabas y yo te buscaba en este y en otros espacios.
Sacudí mi globo terráqueo esperando encontrarte en alguna isla, en algún archipiélago sin suponer que debía
buscarte entre cama y cama, entre sofá y sofá… entre hombre y hombre…

Tú única virtud siempre fue la de ser bella y supiste aprovecharlo. Vendiste tu cuerpo a lujos oxidables, fingías
orgasmos, fingías interés, fingías los buenos días a todo aquel que se te ponía en el camino; a todo aquel que
sabía comprarte.

Excusabas tus deslices, tus aventuras, tus pasatiempos diciendo que era la edad, que era parte de ser joven
y de disfrutar la vida. Me tenías en tus manos y empezaste a ahorcar, a asfixiar hasta ponerme rojo, morado…
Todo en total oscuridad…

Mi luto se volvió contigo, me vestí de negro y acudí a enterrarme. Fui el primer y único espectador de mi
sepelio. Mis lágrimas se vertieron sobre mí, mi odio se atrancó en mi pecho, tenía tu nombre, tus palabras,
aquellas que un día tanto me hicieron sentir y que ahora me hacían rabiar y morir de pena… de frustración, de
tristeza… De ira hacia mí y hacia ti…

Todos creemos entender al amor, todos creemos poder controlar las tempestades, pero es falso.

Ni entendemos qué es el amor, ni podemos controlar los desastres naturales; inventamos canciones
para hacer menos recio el dolor, nos emborrachamos para olvidar, perdemos la brújula de la vida en un

santiamén… Nos vaciamos por tantas lágrimas y tantos recuerdos que se archivan en la memoria del ‘¿Por
qué?’.

Así mi amor por ti, por lo que fuimos, por lo que me diste más allá de las cuatro paredes de tu departamento,
por lo que nos callamos, por los que otros me han robado, por lo que tu decidiste no continuar, por mi espíritu
aferrado, por mi incompetencia para darme cuenta que fui un juguete, un accesorio, un recipiente que supo
amoldarse a tus necesidades, a tus ritmos, a tus vibraciones, a tu vaivén, a tus reclamos, a tu afán por
ignorarme… Por las enmohecidas cartas que jamás te entregaré.

Así este amor tan inconsciente recobra los andares perdidos y se despide, entre esferas volátiles como
burbujas de vidrio, entre espasmos y remembranzas sugiere el adiós pertinente; porque amar es estar, porque
amar es existir y nunca exististe para mí, ni para mis poemas, ni para mis cartas. Sólo fuiste la elucubración
perfecta de lo que un día anhelé  y que ese vientecillo nostálgico cura con los años… El pensar que fuiste el
gran  amor de mi vida.

3 comentarios:

Me agrada la visión del globo terráqueo... la isla... la desgracia aparente del tsunami...
Y luego, nada de destruye. Solo se transforma.

(Dejo esto por lo de la desgracia aprente)

A veces inventamos el amor que queremos, lo imaginamos y lo vivimos. pero ese mundo es solo nuestro y cuando despertamos estamos solos abrazados a recuerdos que nunca existieron.
Buena entrada Rob.
te dejo un abrazo

Y es que así es el amor "Eterno mientras dura", pero tu sobrevives Rob y en el amor todos renacemos.

Un abrazo grande, mi niño!

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